30 jul 2008

Sobre la segmentación del tiempo...


Estoy dispuesto ante el teclado, con el único afán de lanzarme sin red alguna a la aventura de escribir. A manera de distracción(ya que es muy difícil hacerlo con algún fin serio), y relajamiento.
En un día donde el único color(o tono), es el gris trataré de usar mi materia ídem.
En estos tiempos de corridas y apuros, a veces por necesidad, algunas otras por mero seguimiento de un tren que no tiene destino. Ni conductor que de criterio a tanta velocidad.
Por temor a quedarse detrás de algo que toda la gente va a buscar, en determinadas ocasiones se suele perder de vista el objetivo por el cual uno se embarca en tamaña carrera. Hay momentos en los cuales el medio hace olvidar el fin. Exactamente en estas ocasiones es cuando me gusta plantearme el poder frenar la abrumante rutina para pasar con paso cansino, en medio de tanta carrera. ¿Podría llegar a ser posible olvidarse por un rato nada mas del benemérito “relós”?. Ese pequeño adminiculo, que aprisiona nuestra muñeca, que divide nuestra vida en momentos. Ese cual soplón nos dice que en cierto lapso de tiempo debemos hacer tal cosa, impidiéndonos ejecutar otra, porque para esa otra habrá luego, otro momento para hacerlo. Cuando se dice “la vida se construye de momentos…”. ¿se referían acaso al parasito que llevamos en la muñeca?. Es claro y por demás cierto que sin él en la vida los encuentros serían casi todos erróneos, sin un – ahora si- “reloj” que nos marque las horas. Sin el sagrado calendario que nos muestre los días, se que todo sería muy difícil, viviríamos de una forma atemporal, conoceríamos únicamente tres tiempos. Pasado presente y futuro, ¿los conoceríamos?, ¿o acaso también sea el reloj quien nos delimite los pretéritos?.
Todas las citas serian fallidas, y todos los encuentros casuales en lugar de causales. Los acuerdos para encontrarse se plantearían así: mañana, tarde y noche, cielo despejado, cielo con nubes, día de sol, día de lluvia. Un gran provocador de desencuentros seria el factor metereológico.
¿Se podría llegar a olvidar siquiera un instante usted señor de la hora?. Gracias. Creo aventurar que su respuesta no fue exactamente la que me esperaba. Lo entiendo, uno no puede ser ajeno a lo que toda sociedad ejecuta. Como no pensar siquiera en lo lindo de poder lograr relajarse y repasar los movimientos que pueden llegar a hacerse, de una manera ordenada y exacta. Claro está que nadie desea quedarse detrás de toda la masa que corre adelante, es obvio que si uno deja llevarse por la parsimonia será mansamente pisoteado sin contemplaciones.
Simplemente…”el reloj”. Dueño de nuestro tiempo. Es él quien decide cuando tengamos diversión o debamos trabajar. Es él quien determina nuestro comienzo y fin de algo. Dueño y señor, seguirá por siempre manejando nuestras vidas. Lamentable, e inexorablemente será tambíen quien diga cuando nos habrá llegado, nuestra “hora final”.

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